Para quienes vivimos y recordamos la historia, el problema limítrofe de Ecuador y Perú, tiene una historia de larga data. La cual resumiremos, a partir de los últimos hechos del desenlace:
El 5 de julio de 1941, después de una serie de incidentes en el río Zarumilla, se inició otro conflicto entre los dos países. Durante el enfrentamiento armado las fuerzas peruanas superaron fácilmente a las defensas ecuatorianas, ocupando militarmente las siguientes provincias ecuatorianas:
En la Costa: El Oro y Puerto Bolívar, ejerciendo el Perú un bloqueo marítimo a la ciudad de Guayaquil el principal puerto comercial y base naval del Ecuador. En la sierra: La Provincia de Loja y Zamora Chinchipe.
En la selva amazónica Perú reivindica: Sucumbíos, Napo y Pastaza en las partes que corresponden a la antigua Gobernación de Quijos que, según la Real Cédula del 15 de julio de 1802, pasó al Virreinato del Perú y que Ecuador ocupó aprovechando que el Perú enfrentaba a Chile en la guerra de 1879.
Las fuerzas armadas peruanas gobernaron y restablecieron el orden, así como las actividades comerciales y de telecomunicaciones, en los territorios ecuatorianos ocupados.
El 29 de enero de 1942 se firma el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro, firmado por los cancilleres Alfredo Solf y Muró, por el Perú y Julio Tobar Donoso, por el Ecuador; Enrique Ruiz Guiñazú, por Argentina; Juan B. Rossetti, por Chile; Summer Welles, por EE. UU. y Oswaldo Aranha, por Brasil el cual fue posteriormente ratificado por los Congresos de ambos países. Con la forzada firma de este protocolo, el Ecuador ve cercenado su territorio en gran medida, con el consecuente impacto social que conlleva.
No es sino, hasta 65 años después, que se busca una solución definitiva a un conflicto que durante 150 años, tuvo en zozobra a las poblaciones de Ecuador y Perú. Es así como se procede a la firma en Brasilia del Acuerdo Definitivo de Paz llamado también Acta de Brasilia, el 26 de octubre de 1998, suscrito por el presidente peruano Alberto Fujimori y su colega ecuatoriano Jamil Mahuad, así como por los Cancilleres Fernando de Trazegnies Granda del Perú y José Ayala Lasso de Ecuador.
Una solución salomónica, que dejó mucho descontento, pero que trajo consigo la anhelada paz.