Aguas podridas

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Estamos más juntas que nunca, 
más hundidas también. 
El cabello moja mi espalda, 
los intentos de tormenta fallaron. 
Hoy, no se pudo llover.

Pienso en los 3, y en tus recorridos
asumo con frialdad los papeles,
ni vos, ni yo somos seres para amar
ni para eso ni para nada noble.

Sorteo mis escapes y el nuevo pretexto
evadir nuestros retrocesos en el piso, 
contigo poniéndome siempre el pie
mientras yo  caigo amortiguada.


La música retumba, ninguna es por ti
en resumidas cuentas, ¿Qué haces aquí?. 
A caso es un sortilegio bien labrado, 
el dolor disfrutado y justamente repartido. 


Aquí seguimos las dos, ella me vigila de lado
repite:"otra vez", "otra vez" entre mis alaridos.
Igual nos mantenemos juntas, 
a pesar de todo,  te esperamos
con  los permisos en orden.
Así, ella puede sobrevivirme y yo asumirte. 


Mentiría si dijera que vivir juntas ha sido mejor,
tal vez, para ella si, como ser inerte
disfruta de los rincones oscuros, 
retumbando entre la ira y las inocencias, 
siempre llegando a inoportuna,
mencionando tu nombre. 


Si de afilar las garras se trata esta historia,
las suyas incrustadas en mis ojos permanecen. 
Entre lo perpetuo y tu visita madrugadora, 
entre tu rostro y mis manos en la nuca. 


Ya dije tanto que solo me falta nombrarte, 
aullar tu nombre, y escribirte el mío, 
en el pecho derecho, donde aún queda espacio
par de letras absurdas: “Momposina “. 


Es que entre tanto, yo le limito las apariciones
cada vez que la lucidez me asalta a olvidarte. 
En cambio, ella disfruta de tu adrenalina
De nosotros dos, siendo aguas podridas.

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