El culto a la belleza ha sido parte de la historia de la humanidad, pero en la época contemporánea hemos ido muchos pasos más allá como sociedad, uno de ellos la importación desde USA de los denominados concursos de belleza, eventos donde se califica el físico de las mujeres. En Latinoamérica, por ejemplo, partiendo de cánones o patrones “europeizados” sobre lo que se considera “bonito”, algo propio de los rezagos coloniales que aún no superamos como sociedad. 

Esa es precisamente una de las grandes paradojas de los procesos independentistas de la corona española, es que se celebren estas victorias eligiendo “reinas”, y que sobretodo éste sea considerado el evento central del desarrollo de las festividades de una ciudad, llamándolo “cultura”, “tradición”, etc.  

En todo el Ecuador se realizan cada año cientos de certámenes de este tipo de forma institucionalizada a través de las alcaldías, prefecturas, GAD´s parroquiales, universidades, y esto se ejecuta con recursos públicos (el dinero de nuestros impuestos), la alcaldía de Quito mencionó $150.000,00, mientras que en Riobamba la inversión en solamente la noche del evento del año 2019 facturó $45.000,00 por mencionar algunos ejemplos, por ello queda la duda: ¿Cuánto presupuesto general del Estado se irá en todos estos concursos anuales? 

Estos eventos constituyen violencia simbólica hacia las mujeres puesto que promueven estereotipos de belleza occidentalizada y colocan a la mujer en posición de objeto, de críticas y burlas por parte de la sociedad, que espera de ellas un rostro además de bonito, ejecutor de obras de “ayuda social” sintonizando con la “caridad” que se da desde una posición privilegiada hacia “los más desposeídos”, un estereotipo con clara apología clasista y paternalista.

Las consecuencias a nivel psicológico son fuertes para la niña o mujer que pasa por estos procesos, en consulta he atendido a pacientes que se han visto (en alguna medida) obligadas a participar en estos eventos debido a presiones de sus madres, familiares en general, instituciones y la coyuntura social, que se fija desde el tamaño de la nariz, hasta el número de segundos que tardan en dar una respuesta, causando cuadros serios de ansiedad, depresión, trastornos alimentarios, y más secuelas que perduran a lo largo del tiempo, así se normaliza la violencia con las relaciones interpersonales.

(Ya escribí en esta misma diario, otro artículo denominado “Hipersexualización de la infancia”, con respecto a la exposición y participación de niñas en estos espacios).

En este tiempo de pandemia se ha evidenciado la necesidad de destinar mayores recursos a áreas como salud y educación, además con el confinamiento, padres y madres de familia se han replanteado temas como: el tiempo que destinan sus hijos e hijas en ocio y tiempo libre, la poca oferta cultural que hay y la necesidad del arte como medio de recreación, disfrute y expresión de emociones; coloreando, dibujando o haciendo fotos, la niñez encuentra métodos de distracción sana, desarrollo de capacidades artísticas y demanda cada vez más interés por la cultura. Ésta engloba precisamente un espectro amplio de posibilidades a través del desarrollo de las artes, su democratización y empoderamiento para las presentes y futuras generaciones.

Hoy con el avance en derechos logrado por los colectivos feministas y las investigaciones sobre el tema, se están erradicando los eventos de belleza en varias ciudades, mientras la sociedad ve esto con buenos ojos porque de alguna manera en 2021 evidencia que es dinero gestionado de forma inadecuada en un país con aún muchas necesidades, aún quedan dudas: ¿Qué ocurrirá cuando termine la pandemia? ¿Volveremos a armar eventos donde se banalice el concepto de cultura y donde se perpetúe la violencia simbólica contra las mujeres?

Es responsabilidad del Estado a través de sus instituciones generar mecanismos, ordenanzas, proyectos, eventos, simposios, bienales que generen verdadero arte y cultura,que eduquen a la población y llamen a construir sociedades libres de violencia, con perspectiva de derechos humanos, que permitan mejores condiciones de vida. Así como también es responsabilidad de la ciudadanía empoderarse en la demanda del uso que se estén dando a esos recursos que nos pertenecen a todas y todos.

Si a usted le preguntaran que tan de acuerdo está con la eliminación definitiva de estos eventos, ¿Cuál es su respuesta?, Esperemos que las prioridades no sean solamente momentáneas. #RiobambaSinReinas #CiudadesSinReinas

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