Día de no comprar nada

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El Día de no comprar nada nació en 1992 en Vancouver. Fue una idea del fotógrafo y activista canadiense Ted Dave. Su propósito era crear una jornada de reflexión en la que “la sociedad examine la cuestión del consumo excesivo”. Pronto, la publicación ‘Adbusters’, de corte anticapitalista y con influencias de la cultura jamming, se sumó a este proyecto.

Al principio, esta jornada se celebraba en septiembre. En 1997 cambió de fecha y se colocó en un momento clave para el consumo norteamericano: la jornada posterior al Día de Acción de Gracias. Poco a poco, el movimiento fue creciendo. Y, en la actualidad, el Día de no comprar nada se celebra en más de 65 países.

¿Por qué es importante reflexionar sobre el consumismo masivo? En primer lugar, la sociedad de consumo impacta directamente en el medioambiente. Aspectos como el aumento de residuos, la obsolescencia programada, la sobreexplotación de recursos naturales o el gasto energético son ejemplos de ello.

Además, existe un peligro de crecimiento de las brechas social y económica entre ciudadanos del mundo. En las regiones más desfavorecidas se encuentran muchas de las industrias que manufacturan estos productos, en condiciones no precisamente ventajosas.

Por otra parte, hay un componente psicológico para los consumidores. Existen estudios que explican que la compra compulsiva de objetos que no necesitamos otorga una felicidad momentánea y superficial. Con el tiempo, se traduce en insatisfacción.

Este fenómeno se relaciona con el de las compras compulsivas. La adicción a las compras u oniomanía es una enfermedad moderna. Quien la padece es incapaz de reprimir el impulso de comprar, lo que tiene consecuencias tanto económicas como para la salud.

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