Se recuerda el compromiso de cada sacerdote, como el cura de Ars, en Francia, de buen pastor y estar al frente a sus fieles como guía espiritual y alentador de las enseñanzas de Jesús.

La figura del párroco tiene una gran relevancia para la Iglesia. Él -tal como se expone en el mismo Código de Derecho Canónico- es el pastor propio a quien el Obispo diocesano confía pastorear a la comunidad que le ha sido encomendada, viviendo el día a día con y para ella, enseñándole, rigiéndola y guiándola.

Estas características de pastor de una comunidad las vivió fielmente San Juan María Vianney, siendo párroco de la pequeña población francesa de Ars, donde ganó popularidad, especialmente, como confesor, no solo dentro de su comunidad, sino también en toda Francia. Su ejemplo de vida como pastor pasó las fronteras, tanto así que el mismo Pio X lo propuso como modelo para los sacerdotes párrocos.

Anhelemos que la labor de los párrocos, contribuya a hermanar a la nación y a erradicar prejuicios y discrímenes que tanto daño han hecho a nuestro país.

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