Una dieta variada, basada en el modelo de dieta mediterránea, puede prevenir el desarrollo de sobrepeso y obesidad.
Cada 12 de noviembre se celebra el Día Mundial contra la Obesidad, jornada que tiene como objetivo informar a la población y sensibilizar de la importancia de adoptar medidas encaminadas a frenar el continuo aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
Con el fin de estandarizar el diagnóstico de obesidad y de sobrepeso, se suele recurrir a un indicador sencillo, denominado índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). En el caso de los adultos, la OMS define el sobrepeso como IMC > a 25 y la obesidad como IMC > a 30. Hay que tener en cuenta que este indicador debe valorarse teniendo además en cuenta la constitución de la persona. Además, en el caso de los niños, el cálculo se relaciona también con los patrones normales de crecimiento infantil.
La obesidad es un factor de riesgo cardiovascular mayor, cuya prevalencia se ha ido incrementando en los últimos años hasta convertirse en una verdadera epidemia en los países desarrollados. Según el Instituto Nacional de Estadística, en nuestro país, el 52,7% de la población igual o mayor de 18 años está por encima del peso considerado como normal, pudiéndose hablar de sobrepeso en el 35,7% de los casos, y de obesidad en el 16,9%.
La obesidad aumenta el riesgo de mortalidad prematura y de sufrir complicaciones cardiovasculares. No solamente el exceso de grasa, sino también su distribución, son marcadores de riesgo cardiovascular. Una dieta variada, basada en el modelo de dieta mediterránea, puede prevenir el sobrepeso y el desarrollo de obesidad.
Se denomina dieta mediterránea a aquella que está basada en el siguiente patrón alimentario: alto consumo de productos vegetales (frutas, verduras y legumbres) y cereales, una ingesta moderada de pescado y lácteos, y un bajo consumo de carne. Prevalece el consumo de lípidos insaturados, en particular de aceite de oliva, frente a saturados. La dieta mediterránea ha sido objeto de múltiples estudios por sus propiedades beneficiosas para la salud, sobre todo en el marco de las enfermedades cardiovasculares, observándose siempre una relación directa con el aumento en la esperanza y en la calidad de vida.
No debe olvidarse que el ejercicio físico es el segundo pilar de la prevención y tratamiento de la obesidad, por lo que se debe realizar una actividad física periódica. La OMS recomienda 60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos.
Sin duda, la labor de prevención es fundamental, y la farmacia comunitaria constituye un centro de relevancia a la hora de hacer educación sanitaria sobre nutrición y adopción de estilos de vida saludables.