Las últimas semanas han sido controversiales para el ex mandatario de Bolivia Evo Morales, quien luego de haber ganado las elecciones presidenciales por cuarta vez el 20 de octubre del año en curso, renunciaría a menos de un mes de haber emergido triunfante. Pero la serie de acontecimientos que se han suscitado desde aquel hecho, han obligado al ex mandatario a realizar varios pedidos de asilo político antes de centrarse en uno, por fin definitivo.

Empezó, en primer lugar, su asilo en México, en donde permaneció tan solo un mes. Así es, el gobierno de México habría metido las manos al fuego por el ex presidente de Bolivia ofreciendo de antemano una preciosa residencia, una mensualidad de 8 mil dólares, nada despreciable, y un servicio especializado de seguridad puesto a su disposición en todo momento. Luego de todo ello, Evo Morales decidió salir de México. El 24% de la población mexicana, estaría de acuerdo con la protección que emanaba del asilo diplomático por razones humanitarias a Evo Morales, en tanto el 76% de ciudadanos, está en seria contradicción con estos hechos. Según la encuesta realizada por el grupo Reforma de México, podría llegar a ser uno de los actos más repudiados contra el gobierno por la población.

Llegó a la Habana en un avión de la hermana República Bolivariana de Venezuela, en donde hizo acto de presencia esperando la posesión del flamante nuevo gobierno de Argentina, liderado por Alberto Fernandez y Cristina Kirchner. Cuando eso pasó, voló hasta Buenos Aires y recibió asilo político pensando tener los lujos ofrecidos en México. Al llegar,  la suerte le jugó una mala pasada. Sus coidearios políticos no le ofrecieron casa, ni pensión, tampoco seguridad personal, pero peor aún que eso, no tiene permitido hacer ningún tipo de declaración política, así declaró firme y fervientemente el canciller Felipe Solá.

Muy tajante en sus declaraciones, afirmó que las relaciones con Bolivia son más importantes y gozan de más interés social para el gobierno de Fernández que la hermandad ideológica con el ex mandatario Evo Morales, lo que da a entender que el canciller no querría incomodar al gobierno de los Estados Unidos, puesto que el gobierno argentino habría tomado una posición más distante en cuanto a relaciones se tratase con Evo Morales, luego de una reunión mantenida entre el presidente Fernández con una de las misiones diplomáticas en Washington.

En el acto de posesión del duplo Fernandez – Kirchner, el enviado de los Estdos Unidos de América, Michel Kozak, afirmó que Evo Morales habría renunciado a su cuarto período como presidente de Bolivia porque sabía que su pueblo no toleraría en lo absoluto su fraudulenta elección, con irregularidades tales como falsificación de firmas y alteración de actas.

La cuestión que inquieta es que si ¿el gobierno de López Obrador habría pedido a Morales su retiro de México?. Prensa y opinión pública sugieren que lo que colmó la paciencia de los mexicanos, y por ende, acorraló al López Obrador, fue la jugosa mensualidad que pondrían a disposición del ex presidente, una remuneración más alta que la del mismo presidente de México y aún más, ser acompañado por más de una docena de guardaespaldas.

Luego de los duros golpes que ha sufrido México, corrupción, terrorismo, narcotráfico y demás, los ciudadanos de ese país llegaron a ver con muy malos ojos la decisión tomada por el gobierno mexicano, la conversación rutinaria en todos era que se dio  privilegios a un ex mandatario que habría renunciado por fraude en elecciones presidenciales. Sin duda, el gobierno de López Obrador empezaba a ser mal visto.

Ahora en Argentina, Morales enfrenta un panorama distinto, sin los cuidados ofrecidos en México y sin la oportunidad de hacer política u opinión. Luego de todo eso, tiene mayoría en comunidad boliviana migrante respaldándolo en argentina, además de familiares y amigos.

Lamentablemente para Morales, la comunidad internacional, afín a sus ideologías izquierdistas, no lo ven como un símbolo de patriotismo por ser asilado, tampoco como huésped ilustre, sino mas como un latente problema que podría desencadenar en conflictos diplomáticos y ocasionar que los aliados muestren desinterés a las relaciones internacionales con Argentina.

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