29 de octubre de 1960
Las calles de mi ciudad estaban repletas de gente pululando de norte a sur, las mujeres hacían tanto ruido con sus tacones que al chocar con la acera producían un sonido aterrador, algunas damas recorrían su camino con pequeños humanos colgados de sus brazos y otras con bolsas grandes y paso apresurado, hombres con sombreros elegantes, grandes maletines y rostros preocupados, casi podía leer los pensamientos de todos.
《Compras, compras, compras》《Ya es hora de llegar a casa》
《dentro de treinta minutos debo volver a la oficina》
《 ¡Qué horrible vida! 》 《Odio a mi jefe》
《 ¡La comida! mi esposo e hijos llegarán a casa y no tengo el almuerzo hecho》
La gente se preocupa demasiado en cumplir con cosas que los consumen a cada momento, no recuerdan que aún en la cruel realidad es posible abrir los ojos y contemplar un nuevo panorama que les permitirá buscar su verdadera dicha.
Si tan solo descubrieran la belleza y la magia que contienen ciertas cosas ocultas y prohibidas, símbolos de la felicidad eterna…
En fin, Soy Edgar García, Egiptólogo, y me he sentado aquí a mover mis dedos sobre esta máquina de escribir para dejar cosechadas estas memorias en las cuales podré encapsular mis sentimientos e información sobre mis proyectos, es muy poco probable que alguien más, que no tenga mi nombre, apellido o mis huellas dactilares pueda algún día si quiera tomar estas hojas en sus manos. He dedicado mi vida entera a recopilar historias, artilugios, leyendas entre otras maravillas que Egipto poseía antes de la llegada del Mesías, por ende, mi vida sentimental y familiar se ha ido desmoronando poco a poco en un símil perfecto con los escombros que yo mismo estudio.
No hay manera en que pueda contar con todas las partes de mi cuerpo, las veces que me he tenido que movilizar hacia la cuna de los Faraones, debo aceptar que me encantaría vivir allá, pero por una u otra razón, no se ha dado la oportunidad. En mi último viaje, he visitado por décima vez las pirámides de Guiza, las cuales brillan con resplandor propio que ni el tiempo, ni la tecnología ha borrado. Estas hermosas figuras representativas del mundo antiguo no fueron las únicas que estuvieron en mi lista la última vez que estuve allí.
En este país existe una tumba, poco conocida y para nada ostentosa, que al parecer perteneció a un faraón poco apreciado por su pueblo, incluso al morir no fue venerado como todos los demás y fue enterrado sin honor alguno. Del mausoleo se pudieron recuperar ciertas cosas y aquí va mi primera confesión: Ni siquiera puedo explicar cómo lo he hecho, pero he pasado la corona del Faraón no reconocido de Egipto a mi país. Sé que estoy rompiendo muchas reglas, pero lo brillante de la corona, sus piedras preciosas y los patrones jeroglíficos que se encontraban de alguna manera escritos en ella llamaron con un grito sobrenatural mi atención y simplemente mis impulsos me obligaron a poseer el objeto sin medir las consecuencias. Hasta el día de hoy no he recibido reclamo alguno de mis compañeros, lo cual es bastante interesante, es como si ellos nunca se hubiesen dado cuenta que tome la corona del faraón.
Empezaré a analizarla hoy mismo.
31 de octubre de 1960
Después de haber estudiado más de veinticuatro horas la corona de Abasi me vi obligado a asistir mis necesidades básicas y terminé durmiendo encima de la mesa y de las notas que adjuntaré ahora:
«La corona es sencillamente grandiosa, con cristales incrustados de una manera extraña, al parecer estaban ahí para algo más que cumplir la función de adornarla, pero lo que más llamaba mi atención eran los jeroglíficos dedicados a Sejmet, la diosa de la brujería o hechicería, quien también era conocida por ser peligrosa y poderosa. Al parecer, esta deidad era sumamente adorada por Abasi, no solo por haber sido llamada “madre de los Faraones» sino también por alguna razón que aún no era capaz de develar.»
Cuando me vi vencido por el sueño la noche de ayer, mi mente creó en este estado una historia bastante rara que involucraba a Abasi y Sejmet, probablemente esto sonará trillado, pero fue un sueño interesante, verme a lado de los dioses egipcios … llegué a sentirme como una deidad.
Así, la soledad no se sentía fría y consumidora.
01 de noviembre de 1960
Por la noche, el sueño volvió a repetirse, pero esta vez se tornó lúcido, es decir, sabía que lo que estaba pasando era simplemente un sueño, pero aun así se sentía tan real; llegó el punto en el que incluso pude cruzar palabras en el idioma de la diosa y del faraón con tanta facilidad que no representaba ningún esfuerzo para mí, era como si hubiese nacido en el antiguo Egipto.
Las pocas palabras exactas que pude retener del sueño tenían que ver con lo suprema que era la magia de Sejmet y de como ella podría ayudar en el sentimiento de soledad que me acongoja todas las noches. La propuesta era bastante tentadora, la diosa me permitiría a través de un conjuro estar a su lado, como había hecho Abasi. En fin, tal vez son solo sugestiones que me envuelven producto de mi análisis a la corona.
En ese aspecto, he encontrado un significado más profundo para los jeroglíficos que adornan la corona, al parecer, estas inscripciones daban vida a un hechizo de la diosa Sejmet, aún no estoy seguro si tenía que ver con un sortilegio fúnebre o simplemente con uno para agradecer a la madre de los faraones su compañía mientras Abasi gobernaba.
Las piedras preciosas que adornaban el objeto real, tampoco estaban colocadas como un objeto solo de decoración, los joyeros reales, sin lugar a dudas, fueron ordenados a poner estas piedras para resaltar algo grandioso, tal vez las estrellas que estaban alineadas con las pirámides.
Mi curiosidad estaba en el borde del vaso ¿Qué conexión tan grande con la hechicera devoraba a Abasi? ¿Por qué su respeto y veneración se basó en ella? El gran Orus vivo no tenía una gran conexión con su padre y todo esto me lleva a pensar que este fue el hecho de su miseria mientras gobernaba el alto y bajo Egipto.
10 de noviembre de 1960
Probablemente he perdido la razón.
Me he sumergido tanto en mi trabajo que la locura por fin me ha consumido por completo.
Debo escribir esto antes de que la lucidez decida retirarse definitivamente, creo que estoy perdido, no podré más con esto, haré lo que ella dice.
Los he estado viendo a ambos deambular por los rincones de mi casa, haciéndome compañía a cada momento del día, lo último que recuerdo antes de liberarlos, fue recitar en voz clara y fuerte el hechizo que descubrí en la corona. Entonces, como brea ambos personajes egipcios se deslizaron por el piso de mi salón y tomaron vida, en una mañana, de líquido gris, podía ver la silueta de la diosa mas no su ser entero y podía ver de igual manera el cuerpo del faraón, sin corona, solo la sombra de un humano más con aire de grandeza.
No les mentiré, ese momento probablemente mi alma corrió y se escondió debajo de la cama, pero al pasar el tiempo, encontré en ambas entidades la compañía que nunca tuve y decidí dejar que el producto de mi imaginación me consumiera por fin, no luché contra los rayos de locura que empezaban a vestirme diariamente.
Sabía que probablemente era un lunático y que hablaba en egipcio con la pared y le preguntaba cosas a la silla, pero todo lo que veía era tan real que ya no me importaba si quiera volver a tener de vuelta el sentido de la realidad. A veces, mis queridos amigos, la locura es mejor que estar completamente solo.
Sejmet me ha dicho que si deseo estar con ellos en el plano de los dioses solo debo poner la Corona del faraón sobre mi cabeza, dejar mis lentes a un lado y recitar las palabras que descubrí hace unas semanas. Así ellos abrirían un portal entre lo desconocido para llevarme y ser mi compañía eterna.
Solo había un problema, en ese plano yo sería incapaz de sentir algo físico, pero la diosa me explicó que si deseaba podría salir por medio de un sueño -claro, al pasar un tiempo determinado y después de haber buscado a la persona adecuada- buscar un cuerpo para poder volver a sentir, por lo menos por un día. Sejmet después de explicarme esto me indicó que, si ese día llegara a tomar luz, debería ser agradecido por la bondad de la diosa y utilizar ese cuerpo para liberarlos a ella y a Abasi; después de todo, el mundo sería mucho mejor si la hechicería y la maldad lo liderara.
Tal vez las personas dejarían sus rutinas,
Tal vez ellos serían más felices sirviendo a lo oculto.
Pero ahora no quiero pensar en ese día.
Ni siquiera creo que llegue.
Porque yo estando entre los dioses no tengo necesidad de sentir nada.
Con Sejmet, lo tengo todo.
Muy interesante y narrado de manera atrapante, ojala sigas con esta historia