Este 08 de marzo, las mujeres de muchos países en el mundo están planificando diversas manifestaciones en contra de lo que se considera violencia de género, esta última palabra precisamente es la que genera polémica en cuanto a su uso y descripción de actores sociales que ahora ven en el escepticismo como su alegato, generando miedo a una población que ignora (o quiere aún ignorar) el tema.
Los estudios de género, pues, son investigaciones basadas en estadística, sociología, antropología, psicología entre otras ramas, para evidenciar las inequidades en las distintas relaciones entre hombres y mujeres, una de ellas, las de poder. Latinoamérica resalta luego de África y Asia como una de las regiones más machistas del mundo, pues aquí aún es común que las mujeres desde temprana edad sufran acoso en las calles, en el autobús, espacios educativos, y sobretodo dentro del propio núcleo familiar.
Cuando el Movimiento #MeToo empezaba en USA y saqué a colación el tema durante una clase, fue llamativa la respuesta de una estudiante que decía no entender de dicha manifestación, ya que en la actualidad según ella “las mujeres ganan el mismo dinero que los hombres”, esta información fue contrastada en ese instante por otros estudiantes que encontraron informaciones en Diario El Universo que señalaba que la brecha de género en cuanto a contrataciones y pagos a hombres es muy superior al de las mujeres, las conclusiones en algún punto llegaron a ser: “Si en Hollywood las cosas están así, imaginémosla en Mocha o Guamote”.
A nivel social, el asunto es peor, cuando referimos hablar sobre la sexualidad dentro de los grupos, cuando un hombre refiere tener una vida sexual activa es aceptado y valorizado a partir de ello, pero cuando una mujer lo hace, las miradas, gestos y discursos se tornan críticos, burlones e incluso violentos. Cuando se hacen preguntas sobre sexualidad con estudiantes universitarios en pleno siglo XXI esto es evidente.
En los grupos escolares con los que he trabajado también he mirado la dificultad que tienen las niñas para con su desempeño escolar, puesto que ellas a más de sus responsabilidades deben en muchos casos convertirse en pequeñas madres de sus hermanos menores con todas las actividades que ello conlleva, sus infancias se ven reducidas en tiempo y espacio.
Las tasas de femicidios y violaciones presentan datos alarmantes, “tengo más miedo de morir por ser mujer, que por tener coronavirus” es una frase que se replica en las redes y no se aleja demasiado de la realidad, puesto que dentro de los núcleos familiares y de pareja es donde más se dan este tipo de casos, entonces algo está fallando, un sistema social aún no se educa o no quiere educarse en principios de igualdad y respeto.
Entonces, ¿Cuál es uno de los componentes principales para perpetuar una cultura de violencia contra las mujeres?
La creencia de que ellas son objetos de culto y que están allí para aceptar todo lo que se les imponga, en el primer punto quiero referirme a la idea de que “a la mujer no se le pega ni con el pétalo de una rosa”, evocando con ello una supuesta fragilidad, por lo tanto inferioridad que “necesita” de protección y cuidados de un hombre, que debe conservar lo que la sociedad dicta sobre feminidad, estándares de belleza y roles que no debe cumplir, por ello no hemos tenido presidenta de la república y las políticas que han desempeñado muchos cargos han estado solamente haciendo el rol de meras representantes de partidos dirigidos enteramente por hombres (con sus excepciones de grandes participantes por supuesto).
El 08 y 09 de marzo son días importantes y es necesario hacer una lectura profunda de qué realmente se conmemora, y cuál es el rol de los hombres en el mismo: apoyar las iniciativas y eventos que van a darse u oponerse y desprestigiar las distintas luchas.
Si se quiere realmente erradicar la violencia contra las mujeres, al menos (y me refiero a mínimos) estos dos días no regale flores, canciones ni poemas, seamos responsables con el cuidado total de hijas e hijos, preparemos alimentos, encarguémonos de compras, limpieza, etc. Permita que sus estudiantes, trabajadoras, puedan realizar su paro, históricamente los derechos a una vida digna se han ido consiguiendo de esta manera.
Es el momento de ser críticos con autoridades, líderes religiosos, amigos, familiares, compañeros y conocidos que realicen eventos, pronuncien discursos, bromas que perpetúen ideas misóginas y retrógradas contra el movimiento feminista, entendiendo que existe una realidad a la que ya no se le puede dar la espalda.
Si quiere apoyar a la marcha ajústese a los protocolos que ellas tengan previsto de modo que no se quite protagonismo al verdadero fin de la misma, ellas luchan por su propia decisión y derecho a hacerlo, recuerde que este no es ningún festejo, es la conmemoración de historias trágicas.
Exija que en las escuelas y colegios de sus hijos deje de celebrarse el 08 de marzo con flores y tarjetas para ellas, y que se conmemore leyendo historia de lo ocurrido en Rusia, USA y otros lugares del mundo ese día.
Si usted tiene una empresa pregúntese si la misma tiene políticas y planes adecuados para las mujeres (vacaciones, permisos de maternidad y lactancia, acceso a servicios médicos, etc.)
Sobretodo, eduque a las próximas generaciones con una visión ampliada del tema, para ello lea, investigue y no se deje llevar por cualquier foto o video que la gente suelta en redes sociales con el fin de obtener likes, sea cuidadoso con la manera de expresarse en las mismas, ya que la violencia se perpetúa y se replica en otros espacios cercanos o lejanos a usted.
Si usted es de esas personas que repite frases como: “la peor enemiga de una mujer es otra mujer”, “mujer que no jode es hombre”, “mujer al volante, peligro constante”, realice el ejercicio de cambiar la palabra mujer, por la palabra hombre, escúchese a usted mismo y reflexione sobre la realidad cercana a usted, no se preocupe del miedo que le generan los pechos al aire de las feministas en Berlín, sino mire a su alrededor, dialogue con las mujeres cercanas a usted y entérese de lo que está pasando ahí afuera, en el mundo real.