Este 2 de agosto de 2020, se conmemoran 210 años de la muerte de los próceres de la Independencia y de más de 300 personas, entre soldados y civiles, en la calles de Quito.
La matanza ocurrió en 1810, casi un año después del primer Grito de la Independencia (10 de Agosto de 1809). La historiadora Érika Grijalva relata así el acontecimiento: “La tensión entre los quiteños y españoles iba en aumento a causa del hostil comportamiento de las tropas españolas”. Rumores “El detonante para la insurrección, sería a causa de los rumores de asesinato a los presos que empezaron a correr, por parte de un capitán de apellido Barrantes, ante las turbas que planeaban un intento de asalto a la cárcel. Entonces, un grupo de vecinos empezó a trazar un plan para liberar a los presos: se atacaría el cuartel Real de Lima y el de Santa Fe, que actualmente forman el Centro Cultural Metropolitano de Quito, y una casa cercana denominada El Presidio, donde estaban presos los hombres”.
La orden “Llegó entonces el jueves 2 de agosto. Aquel día, poco antes de las dos de la tarde, las campanas de la Catedral tocaron. Era la señal convenida para que los dos grupos de hombres armados con cuchillos, sometieran a la guardia del Cuartel Real y de El Presidio, e ingresaran en el establecimiento para liberar a los patriotas prisioneros. En el primer y segundo ataques, lograron liberar a los prisioneros, y los soldados de la guardia no ofrecieron resistencia. Sin embargo, mientras esto ocurría, el tercer grupo que debía atacar el Cuartel de Santa Fe, no lo hizo, y dio tiempo a los militares para reaccionar.
La masacre fue ordenada por el gobernador español, Conde Ruiz de Castilla, como represalia por la revolución del 10 de Agosto de 1809”. “Es entonces cuando los soldados matan a los principales líderes de la revuelta: Francisco Javier Ascásubi, Nicolás Aguilera, Juan Pablo Arenas, el teniente coronel Juan Salinas, Morales, Quiroga, el teniente coronel Antonio Peña, el capitán José Vinueza, el joven teniente Juan Larrea, entre otros. Más adelante, en cuestión de minutos, los soldados que custodiaban la prisión, sembraron el horror en los sitios aledaños de las prisiones, mientras otras tropas se extendieron a la ciudad de Quito, tomando represalias contra toda la gente que se encontraba afuera del cuartel y las calles cercanas. A la matanza siguió el robo y el saqueo de las casas más acaudaladas”.
Capítulo aparte, merece el episodio de la muerte del Dr. Manuel Quiroga, quien el momento de los hechos estaba siendo visitado por sus dos hijas, estuvo a punto de salvar su vida dándose por muerto, más sus pequeñas en medio de la desesperación, delatan a su padre y suplican por su vida. Fue entonces, cuando la soldadesca española lo asesinó, pero no pudieron terminar con la huella inmortal de valentía y amor a los suyos, que son su más grande legado. HONOR Y GLORIA A LOS PRÓCERES DEL 2 DE AGOSTO DE 1810!!