Por Mariana Moreno
Llegará el día en que extrañe tanto estos tiempos; un amanecer helado de verano en estas tierras altas; el alba y el ocaso como signo del paso del tiempo, el sol de esquina a esquina en el cenit celeste… a veces gris. La salud y el desayuno de cada día; dormir a la madrugada; explotar mi creatividad a partir de la medianoche, cuando todos duermen; saborear una dulce calada viendo florecer una ortiga un día cualquiera y pensar que no hay nada en el mundo más placentero que disfrutar de un café mientras acaricio el lomo de un rubio perro. Nada es eterno… Triste, pero no siempre, a veces es por suerte. Digo, en algún momento todo esto se tiene que acabar… ¿O no? Ayer vi el noticiero, un comunicado del presidente, “estado de excepción”, otra vez. El fascismo está vivo más que nunca, es escalofriante. Son tiempos demandantes de empatía y nuestra humanidad, como siempre, en decadencia. Nuestros cuerpos son partícipes de un sistema que insiste en marcar diferencias en función de fortalecer intereses instrumentales de clase, siempre de clase, mientras pisotean a quienes les tocó la desgracia de estar más abajo. Pero pese a la ingrávida inopia que nos impone este sistema a quienes de una u otra forma tuvimos oportunidades y las aprovechamos, ver sigue siendo una elección; como el ser ignorante también lo es. La ignorancia es una consecuencia de la mala administración de los gobiernos, sí, en parte, pero es también por excelencia la excusa más efectiva del ocioso, como el “estado de excepción” es la medida más rápida y barata para el tirano. El privilegio es ciego, y las leyes han sido hechas para que las cumplan los pobres. Sin duda llegará el día en el que extrañe la paz ciega y privilegiada de estos años.