Jhon Vinueza activó el poder ciudadano pero después él mismo lo desarticuló. Él fue autor de su auge y su caída. Pero sin duda, una esperanza para la ciudadanía que casi lo elige como alcalde de Riobamba.
Aclaratoria: Este reportaje está escrito a tres voces, una narra en prosa los hechos, otra presenta las respuestas textuales de John a preguntas de la entrevista y otra tiene un formato de noticia típica y fría.
El estudio estratégico previo
John Vinueza es un profesional que sabe que la división social del trabajo es importante para el éxito. Para ponerlo en palabras populares, él sabe “que zapatero a tu zapato”. Su campaña no fue improvisada, la ciudadanía lo sabe y él lo confirmó al responder estas preguntas para El Espectador Chimborazo.
Pregunta: Aunque algunos hayan creído que en tu campaña todo fue improvisado y demasiado simple, para un ojo detallista es fácil caer en cuenta que tu campaña estuvo basada en datos. Las decisiones tomadas se basaron en información valiosa. ¿Cuántas encuestas realizaste para la campaña?
Respuesta: Nosotros trabajamos con cuatro encuestas de diferentes tipos, no todas tan fuertes porque algunas nos servían para estar tranquilos y otras para definir estrategias. Además, esto es un análisis que lo teníamos claro desde antes, desde noviembre (2018) sabíamos lo que estaba pasando. Y antes nosotros teníamos un programa de radio “El Sánduche urbano”, al que invitamos a prácticamente todos los candidatos, conocíamos quiénes eran y cachamos que todos tenían un factor común que era el ego, la vanidad, el orgullo, el resentimiento: esas características son típicas del político riobambeño. Después de saber eso, sabes mucho.
P. Se nota la influencia de las encuestas y los asesores incluso internacionales.
R. Sí, es lo que he dicho algunas veces y te lo digo a ti también. Yo soy arquitecto, y si tú quieres hacer una casa, págale al arquitecto, gástate en el arquitecto, porque él te va a reducir 3 metros cuadrados en el diseño; significa que vas a ahorrar 1.200 dólares, al haber pagado tienes una casa mejor, gastas menos, construyes lo que necesitas y no malgastas. Nosotros sabíamos lo que teníamos que hacer y lo que no teníamos que hacer. Para decírtelo de alguna manera: los postes no votan. Y eso es porque nosotros no estábamos asesorados por nuestro ego ni nuestros amigos o nuestros familiares. Muchas veces recibí críticas a lo que yo hacía, sobre todo de parte de familiares que me decían ¡cómo vas a hacer eso!
La acción colectiva que no fue
El 24 de marzo, a las 17h00 finalizaron las elecciones. Hasta las 22h00, las principales cadenas radiales reportaban los resultados de las Juntas Receptoras del Voto (JRV) urbanas. Todos quienes escuchaban esos reportes sabían que John Vinueza tenía más de 60 votos en cada una, mucho más que cualquier otro candidato. Los medios de comunicación posicionaron a Vinueza como el primero en la lista por más de cinco horas. Algunos políticos creyeron que así iba el conteo en el CNE, se preguntaron por los resultados en las zonas rurales, cuando escucharon algunos resultados se percataron que John iba a la delantera. Se sintieron desubicados.
En el CNE la historia era distinta y diferente a como se presentaba en los medios. El internet hizo que las actas rurales y urbanas llegaran al mismo tiempo, las fotos, los mensajes y el transporte físico y digital operaba de otra manera. El conteo rural y urbano se realizaba al mismo tiempo y esos resultados colocaban a Vinueza en la delantera incluso después que el 50% de actas ya habían sido escrutadas, es decir toda una tendencia marcada.
Después de haber marcado tendencia, de repente Vinueza ya no estaba al frente, se había trasladado al segundo lugar en la posición. La ciudadanía, que Vinueza había captado como sus votantes se indignó y acudió a una auto-convocatoria para velar por los votos de John, obviamente motivada fue el propio candidato, quién había descuidado el control electoral y estaba consciente de ello.
La noche del 24 de marzo, la presión de la multitud hizo que los votos se tengan que contar uno por uno de nuevo.
La urna, un antecedente
Al mediodía del 24 de marzo de 2019 en Cacha, la parroquia rural del cantón Riobamba, un ciudadano salió de sufragar y tenía su celular en la mano derecha, como buen milenial quiso tomarse una selfie. De repente, ve a dos personas cargando un cartón que a un lado llevaba impreso CNE, ellos salían del recinto electoral donde él había sufragado. Como digno representante de su generación tecnológica les tomó fotos y luego los filmó, entró a un grupo de WhatsApp de sus amigos de la universidad y lo envió. Después de una breve difusión por esta red social el vídeo llegó a la base de datos del equipo de John Vinueza: ¡eh ahí una prueba más del posible fraude!, se dijeron en el equipo del joven candidato.
Las papeletas del reconteo
Una vez que la multitud presionó para que exista reconteo de votos, al proceso entraron los veedores del partido oficialista y los de John Vinueza (que eran muy pocos).
-Sal de aquí, ve a la mesa que está ahí al frente, dijo un funcionario del CNE.
-Está bien.
-Suerte
El veedor de John Vinueza no sabía que de una mesa donde se contaban votos de Riobamba fue a parar a una donde se contaban votos de Alausí, es decir, esta persona terminó contando votos de la prefectura y alcaldía de ese otro cantón. Cuando intentó regresar a la mesa anterior le dijeron que no podía, que debía terminar primero esa mesa para poder retornar.
-Ya terminé en esa mesa.
-Qué bueno hermano.
-Bueno, ahora retomemos los votos de Riobamba.
-Chuta, aquí ya terminamos con esos votos. Vinueza quedó 16 votos abajo. Ahora espéranos aquí para ver a qué mesa te toca ir.
El veedor desubicado e impotente llamó a John, le contó lo que había pasado y escuchó estas palabras:
-¿Por qué se dejan hacer eso? En este reconteo muchos votos blancos se convirtieron en cadenas.
El harakiri del John
El 25 de marzo la ciudadanía se volvió a auto-convocar, sobre todo a partir de las 17h00 para pedir transparencia en el proceso electoral. No podía ser de otra manera, la base improvisada de John es esa clase media trabajadora que solo se activa después de trabajar, ellos no interrumpirían sus actividades de ingreso económico para reclamar un derecho de la democracia representativa.
Como fuese, a las 19h00 aproximadamente John invitó a realizar una pequeña marcha alrededor del CNE de Chimborazo para que se presente el apoyo de los ciudadanos. La marcha no fue alrededor del CNE sino que se extendió hasta la estación del tren y de regreso.
En el camino, todos los marchantes gritaba “John, amigo, el pueblo está contigo”, “fuera napillo”, “poder ciudadano”, entre otras consignas. La marcha duró más de una hora. Quienes veían de lejos a los marchantes, después de unos instantes se animaban y se unían a la marcha, su indignación y el deseo de cambiar a la clase política local los motivaba.
Una vez la marcha culminó, regresaron a donde estaba la tarima de John, todos los asistentes estaban dispuestos a dormir a las afueras de CNE, hubo incluso quienes convocaron a realizar una vigilia y acampar fuera del edificio electoral. Muchos pretendían entrar y usar la fuerza ciudadana para vigilar que sus votos fuesen respetados. Los auto-convocados querían que su alcalde fuera John.
Al final, todos estaban motivados y gritando ansiosos que el poder ciudadano ocupe el municipio de Riobamba. Pero, el propio Jhon se subió a la tarima, tomó el micrófono y les dijo “tranquilos, no quiero que caiga sobre mí la responsabilidad de actos violentos o que ustedes terminen haciéndose daño. Vayan a sus casas, regresen y quédense tranquilos. Las instituciones deben resolver esto”.
La ingenuidad política de Jhon apaciguó la convulsión social generada por la coyuntura ciudadana. Él se hizo un harakiri político pero asume que revolucionó las calles y sembró expectativas de una ciudad distinta, cuestionando la corrupción y los vicios de los viejos políticos. Es como si una oveja le diga al lobo que se aleje de él porque ella es inocente. Solo que en este caso, el propio John mató al león que había despertado en los ciudadanos de Riobamba.