Diversidad sexual en Ecuador, ¿cuál es la realidad social de nuestro país al respecto? Alex Urquizo nos lo cuenta en este artículo. Fotografía: Freepik

Imagina por un momento que quieres sostener la mano de la persona a la que amas para caminar por la calle, pero no puedes hacerlo, ya que esto molesta a gente que ni siquiera conoces. Imagina haber sufrido bullying a lo largo de tu infancia, adolescencia, adultez solamente por ser quien eres.

El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) resolvió que la homosexualidad (atracción por personas del mismo sexo) deje de ser considerada una enfermedad mental, basándose en criterios netamente cientificos de corte biológico, psicológico, social, entre otros (en pocas palabras ni se cura ni se contagia) y esto conllevó a avances en materia jurídica para la protección y el derecho a una vida libre de violencia para con las personas de la diversidad sexual en todo el mundo. Sin embargo en países en vías de desarrollo como Ecuador donde la sociedad es violenta y llena de prejuicios gracias a la mala calidad de la educación, el difícil acceso a la misma en la mayoría de los casos y a la falta de voluntad política para buscar espacios de bienestar para todas y todos, el camino aún es largo.

Y es que hasta 1997 en Ecuador ser homosexual era considerado un delito, muchos miembros de la comunidad LGBTTI fueron llevados a retenes y cárceles, con penas privativas entre cuatro y ocho años, hasta el día de hoy se desconocen las cifras del número de detenciones, torturas, violaciones y desapariciones en este tema, circunstancias que dejan imborrables huellas de tipo psicológico y social.

Pero ¿Qué ocurre hoy en día en Ecuador con la diversidad sexual?

Existen infinidad de historias de personas que en pleno siglo XXI han sido llevadas a las denominadas clínicas de deshomosexualización, lugares disfrazados de centros de adicciones, donde se ofrecen “terapias de conversión” que pretenden “curar” aquello que como se señaló antes, no es una enfermedad. Resultó interesante cuando envié a estudiantes de octavo semestre de Psicología a investigar sobre el tema, para el 90% del aula de clases era la primera vez que se enteraban de esto, los resultados, centros fundados por ex adictos, líderes religiosos, que con prácticas de tortura, encierro forzado, castigos físicos, medicación, e incluso violaciones se pretende “eliminar los deseos homosexuales”.

Lo complejo resulta que son las propias familias quienes preconcibiendo que la homosexualidad está mal, contratan a la “clínica” para secuestrar a su hijo/a, pagan (entre 800 y 2000 dólares) para ser claramente responsables de estas vulneraciones a la vida e integridad de sus hijos/hijas. La organización Taller de Comunicación Mujer en el año 2017 lanzó el libro “Retratos del encierro. Sobrevivientes a las clínicas de deshomosexualización “ con testimonios reales y precisos sobre el tema.

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La falta de acceso a educación en Ecuador es una de las causas para que esto ocurra, hay más televisores que acceso a bibliotecas en el país, por ello, éstas se convierten en alguna medida en el medio por el cual el ecuatoriano promedio “aprende”, aquí se afianzan las relaciones sociales por ejemplo para con la diversidad sexual, programas televisivos como VIVOS donde el personaje homosexual es hiper feminizado, habla siempre en doble sentido, coquetea y ve oportunidades de tener relaciones sexuales con cualquiera y en cualquier momento, lanza un mensaje a un público falto de educación de que simplemente “todos los homosexuales son así”; esto provoca que en el imaginario colectivo, se afiancen estereotipos que se convierten en bromas, estas a su vez pasan a discursos de odio, violencia, e incluso la muerte.

Pues sí, este 09 de junio fue asesinado en Arenillas, un joven de 22 años, recibiendo 89 puñaladas en su cuerpo, el sospechoso fue detenido en el Fuerte Militar de esa ciudad, ni siquiera el MIDENA se ha pronunciado sobre el asunto, peor aún otras instancias del Estado, así como medios de comunicación tradicionales, por ello los colectivos, la Defensoría del Pueblo instan a la Fiscalía investigar con el debido enfoque y conocimiento del tema en el caso #JusticiaParaJavierViteri.

Cuando alguien hace pública su orientación sexual/identidad de género, el acompañamiento psicológico es de vital importancia, la aceptación por parte de la familia marca el bienestar de la persona; en la mayoría de los casos me atrevería a decir que son los padres quienes deben empezar un acompañamiento terapéutico para adquirir herramientas que permitan aceptar la realidad, por ello se debe solicitar ayuda especializada en el tema, acudir a colectivos LGBTTI, puesto que tienen contactos con profesionales en todas las áreas del tema. Hay tantos testimonios de gente que han acudido donde psicólogos que con enfoques religiosos y antiéticos han ofrecido curas/tratamientos para “arreglar las cosas”, lo cual lleva a la persona a sentirse más triste e insegura en el entorno. Las discusiones con muchos colegas psicólogos y la formación a los futuros profesionales aún tiene una deuda pendiente enorme en este sentido, de ahí la importancia de verificar primero con los activistas la ética de profesionales en el tema.

Un artículo de la Universidad Johns Hopkins publicado en 2017 en El País de España, revela que la aprobación del Matrimonio Igualitario en USA en 2015 redujo el porcentaje de los suicidios de adolescentes LGBTTI en el país del norte, pues las chicas y chicos sienten que el respaldo legal conllevará un futuro de bienestar y una reducción del estigma de su condición sexual. Ecuador aprobó el matrimonio para parejas del mismo sexo hace exactamente un año, pero los prejuicios aún no terminan, es necesario educar aún a las familias, generar espacios psicoterapéuticos tanto en lo público como en lo privado, entender también que muchos hogares no son los lugares 100% más seguros para todxs, crear redes de apoyo entre amigxs, compañerxs de clases, trabajo y buscar profesionales con enfoque de derechos humanos para recibir atención, conocer cuales son las rutas de denuncia ante delitos de odio, estafas, secuestros, violaciones a la vida, dignidad e integridad personal, respetar las creencias religiosas pero entender hasta donde llegan los límites de posibles discursos de odio hacia las diversidades y sobretodo exigir al Estado y a sus funcionarios el respeto a la diversidad humana.

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