La máquina estaba recubierta de un metal maravilloso, tan brillante y moderno, que la adolescente gritaba y saltaba de la emoción cuando abrió su regalo por su cumplemés. Sin esperar al banquete de carne de tritus con harnos y un postre de torta de cerezas, subió a su habitación y encendió el artefacto, esperó hasta que iniciara sesión, en seguida ingresó a la aplicación que estaba instalada de fábrica que era por lo que todo el mundo quería esa máquina, tan innovadora.
Era una aplicación tipo juego, en donde uno “adopta” una mascota, para Cridy eran los animalitos más adorables del mundo, tenían cuatro extremidades y ¡dos ojos! Eran tan diferentes a ella y a todos los que le rodeaban que no podía esperar en adoptar a uno, eligió un macho de esa especie y lo empezó a cuidar desde pequeño, le creó una familia y lo puso… a hacer algo muy extraño que en el diccionario del juego se llamaba “trabajar”, Cridy jamás leyó sobre eso en la escuela, bueno, tal vez un poco, pero eso fue hace mucho tiempo atrás hasta que su planeta evolucionó siendo esta actividad ahora, rara pues sabían como explotar sus recursos como para que a nadie le faltara nada.
Era interesante la manera de jugar, ella hablaba en un pequeño micrófono y la mascota decidía si le hacía caso o no, pero básicamente ella lo ponía a elegir las situaciones, se frustraba con él y se alegraba también, de vez en cuando utilizaba comodines para que pasara algo que lo sacara de algún lío, se llamaban… milagros, sí, milagros.
Cridy también decidía si lo mandaba a esos edificios en donde aprendían cosas del sistema para hacer que suba de nivel, tenía conocidos que había evolucionado a su mascota al nivel “alcalde corrupto” o “presidente inútil”, eso le daba celos, haciendo que quisiera evolucionar a su mascota a “Buena persona” el nivel más alto y difícil.
En sus charlas con sus amigos de estudio se ponía de acuerdo para llevar a la mascota a un lugar clave para que conozca a uno de los animalitos de sus conocidos, y era verdad lo que estos pequeñitos tenían programado para decir “nadie llega a tu vida por coincidencia” más bien, era por decisión de los jugadores.
En fin, aunque Cridy creía que estos animalitos no era más que una simple simulación, existía algo en ella que le hacía dudar sobre esa perfecta programación, claro, a veces fallaba, pero… por ejemplo, su animalito… Patricio parecía tener vida propia, preocupaciones y todo lo que ella también sentía. Bueno, probablemente la ciencia seguía avanzando.
Lamentablemente, la vida de estos animalitos duraba muy poco, el juego los llamaba “años” pero eran tan solo unos meses en P-789, luego, moría y si querías adoptabas a otros. Todos los días morían muchas mascotas, y un día Patricio murió, ya que su dueña no se dio cuenta que un carro estaba tripulado por uno de los malos jugadores pasándole la máquina por encima a su mascota sin que la muchacha lo hiciera reaccionar.
Ese día Cridy lloró mucho, y llorar en su planeta era una tortura, las lágrimas de su tercer ojo siempre entraban en los dos de abajo y le dolía. Sus padres, para calmarla, y sabiendo que a su hija le gustaba la tecnología, la llevaron a la planta de producción de recursos, ahí vio que unas cosas, gelatinosas de diferentes tamaños y colores eran las causantes de alimentar las máquinas de comida, de tecnología, iluminación etc… esto cuando caían en una caja radioactiva.
La barra seguía pasando, mostrándoles a los turistas cuanta diversidad de recursos había hasta que Cridy miró una masa, parecida a su Patricio, pero no le dio importancia, en fin, la tecnología siempre avanza.
Bri Z. Castillo❄