Se me volvió costumbre esto de acercarme cuando se abarrota todo, o como yo le digo: cuando siento trastocada el alma, vamos 19 de marzo de un infinito y no puedo discutir con mi encierro, a pesar de que me pensaba como un ser de cielos y alas, no me niego el disfrute de tener una buena razón para no asomar las narices, irónicamente podría afirmar que mi cárcel no me desagrada.
Ha durado muy poco en realidad, pues entre las manías acomodando mi escritorio y los recuerdos desempolvados , me vuelvo a encontrar con los síndromes premestruales, y los otros tantos que me sujetan a odiar casi todo, para no variar mucho con los despertares de boca amargos.
Le cuento, la casa está muy sola, la Alfonsina me cobija los pies cuando presiente que me abordan las lágrimas, hace mucho esfuerzo, se le nota, ella no es de dar cariños cuando estamos a solas.
La calle me sabe diferente, el aire golpea fuerte al entrar a mis pulmones, siento un arma letal atravesando la tráquea, bordeando las pleuras y llenándolo todo, la salida se vuelve una misión suicida y es inevitable pensar en que capaz mañana no regreso, o no tan rápido como quisiera. Si te fijas bien, la fatalidad se me da de modos tan sencillos que la naturalidad le resta importancia.
Aunque no me crea, empecé a cocinar para mí , ¿Recuerdas que siempre dudaste que lo pudiera hacer sin que tu me motives? para la sorpresa de mis desconfiados asistentes, lo estoy intentando, no he puesto arroz en la cocina, por eso de que no nos llevamos bien. Equilibro momentáneamente los aciertos entre el sartén sin dejar de sentirme inapropiada para este tipo de labores inmaculadas.
Y entre las miserables tareas que me confino para librar mi cabeza de este dolorcito que más bien se traduce en terror, está usted, y su presencia convertida en el fantasma que quisiera hoy vigile mis pocas horas de sueño. Notas como siempre que no encuentro salida, busco tus formas habituales de decirme que se vaya todo a la mierda, mejor dicho su aprobación para hacerlo, como buscando el respaldo de que en mi cama todo se soluciona.
Sabe, muchos han abrazado mi pesadilla de estos días, hasta creo que confían en mí , la heroína ha sido un cliché, yo me río, no me creo ese papel poco vulnerable, casi intocable, creo que en minúsculas situaciones pueden verme así, como vos, vos que siempre creíste en mi barro, me parece que alguna vez le llamaste valentía, yo se que mentías, no encuentro otra explicación, si nadie ha conocido mejor mis gestos de miedo y a pesar de ello, seguir considerándome indestructible, simplemente no es real.
Bueno, te diste cuenta como escribo entre <<usted y tu>> como si lo hiciera para dos personas, acercándote y partiendo todo a la vez, unas veces con ceremonial respeto y otras tantas con el ideal de saberme todas las formas de tus costillas. Se que dirías que estoy loca, justo en este momento, pero también que te gusta mi uniforme azul, sin tener coherencia, y descontextualizando nuestra conversación seria. En este punto, no deja de parecerme absurdo que las tristezas asuman siempre formas masculinas, siendo inevitable el buscar unos pies calientes como para sosegar el arañazo del pecho.
Admito, todo esto es una mezcla de letras, sin pies ni cabeza, es más, estoy segura de que debes estar corrigiendo mentalmente las comas, los puntos y mi redacción apresurada por si se me escapó algo. Obviamente, quien me lea, a estas alturas no sabrá si lloro por ellos o por ti, si me duelen las negligencias, la muerte, el mandil o que no estés aquí para aguantarme la lengua afilada de quejas, ves, si estoy loca, y como dirían por ahí, escribo por donde sea. Pero si lo pensamos, todo conecta, vivo un huracán calando desde adentro, siento cercano mi encierro y para rematar a este mar inconforme, está la movida de tu ausencia.
Te pregunto: ¿En realidad estás ausente? O ¿También fumas recordando mi voz?.
Esto se hizo personal, a parte de las incoherencias, creo que he perdido la línea de fuego, este texto era más bien un reclamo a otras cosas inoportunas que tumban mis labios sobre la almohada y ahora empieza a ser un reclamo a su falta de caricia.
En fin, sí , me siento en preparación para una guerra contra monstruos que en el fondo considero naturales y hasta justicieros, tu debes saberlo, porque entre las cosas que nos unían, estaba eso de creer en el orden natural de la vida. Asumirme en una burbuja de jabón volando a toda velocidad con peligro de choque constante, ya no sólo me genera adrenalina, sino me recuerda que un suspiro podría ser un lindo tributo a la trayectoria poco resuelta.
Ahí voy otra vez, con las ganas de ser femme fatale, para no desentonar, encenderé un tabaco, confirme, si entre tanto drama sería interesante no llegar a los 30, debe sentar bien un sepelio sin espectadores y con las condecoraciones de haber entregado todo lo que no se quiso. Lo he pensado, me agrada eso de crearme mi propio escenario, es más, tengo una lista de peticiones expuestas públicamente, claro, si se diera el caso, más bien éstas deberían aplazarse.
Siento que ya casi termino de resolver las cosas que tenía en los sesos, y antes de que vuelvan a mi las ganas de poner los pies sobre la tierra, debo confesar, esto me sobrepasa, la impaciencia de no saber cuando detonará, nunca antes había sentido tanto miedo al tocar las manos de mis pacientes en sueño, nunca antes había sentido tanto miedo de perderme sin las suyas, sin cruzarnos los dedos. Los reclamos me abundan, y hoy detesto la tecnología, es más, ni la toalla se puede colgar porque estamos en emergencia sanitaria, parafraseo : <<el amor en tiempos del cólera >>.
Hay algo que no he dicho, hace tiempo no tenía pesadillas, ahora hasta mis habituales compañeros temen a que nos llegue la noche, miro manos y pies marmoleados, con ese color, ese olor de cuando se esfuma la vida, el lidiar con el deceso no era un problema , o tal vez solo acumulaba inconsciencias, tal cual cadáveres en una morgue, y hoy en que el respirar me agobia, ha renacido en mí, eso que los mortales llamamos humanidad, bueno, eso no quiere decir que no haya sentido el dolor ajeno, todo lo contrario, al momento se traduce en un cóctel de sensaciones que agotan mis sentidos.
Creo que ya no tengo más experiencia que contarle, probablemente te encuentres preocupado, y consolándote en mi indestructible forma de cagarla. Para mi consuelo, me repito que también lo debes sentir, aunque de golpe reciba un auto respuesta de que simplemente no te es necesario el recordarme, son tonterías cuando está más difícil acudir a los abarrotes, supongo que tampoco te es fácil lidiar con el encierro, y si somos justos, mi realidad es el reflejo de sentirme el centro de tu universo, prepotente y autoproclamada, sino me lo creo yo ¿Quién ? .
Y para dejar de agobiarnos por una historia que no pasará, le ruego no eleve plegarias por mi, a fin de cuentas hierba mala nunca muere.