“Miente, sus labios mienten junto con sus manos, movimientos lentos y apresurados, miente por conveniencia, miente por la ausencia, miente porque le teme a escribir nuevas cartas sin destinatario”

Qué sugieres si vuelvo a pecar cada vez que tus pensamientos hablan en letras, letras que llevan nombre y apellido, otras para algún desconocido quizás las restantes para lo efímero porque el tiempo corrió tan rápido como para obsequiarme segundos más y memorizar siquiera el nombre.

A eso le llamo masoquismo, es que no comprendes la singularidad de tu ser que entre tanto cuestionamiento no le satisface respuesta alguna, y aunque te has mentido las flores muertas ya no vuelven a renacer, susurro “no te desgastes en el falso intento de querer amar y ser amada, cuando ambas sabemos que el amar no es tu virtud, la suerte a tu favor, y peor un juego al azar en el que vas a ganar” sin consuelo vuelve a llorar recostada en el suelo y no hay motivo esta vez, en ciertas ocasiones es necesario vaciar las penas del alma a través del llanto.

La llamo necia de vez en cuando, ella lo sabe pero me evade y suele reírse porque  encuentra gracia en la verdad aunque sea una mentirosa profesional, cuando nos encontramos me cuenta algunas historias, es mi parte favorita porque ella siempre termina con una frase al final “qué gracia tiene el amor cuando se mendiga”, una que otra suele ser buena, en su mayoría me cuenta lo mal que ha pasado, alguna ilusión que se ha llevado y otra decepción, me dice segura que siempre tiene claro lo que ella quiere y las mismas palabras se las repite para ahorrarse malos ratos y supuestos malentendidos, lo que me asombra es que después de que las cosas se aclaren como una mala jugada, siempre la historia termina en una ilusión por parte de ella no, lo evita a toda costa con mañas que desconozco, es frágil emocional pero sabe lo que quiere, no la culpo, culpo a su terrible elección.

Se agota poco a poco y lo sabe, prefiere mentirse, pero entre cada mirada intercambiada, palabras, roce, contacto, va dejando rastro de sí misma, dice que es insignificante cree ahorrarse el drama, pero entre cada sombra que frecuenta deja una parte de ella, una parte que lleva la esperanza de no perderse de a poquito, de no dejarse, de no sentirse.

Miente, sus labios mienten junto con sus manos, movimientos lentos y apresurados, miente por conveniencia, miente por la ausencia, miente porque le teme a escribir nuevas cartas sin destinatario.

Qué sugieres si vuelvo a pecar cada vez la verdad habla en letras, letras que llevan nombre y apellido…

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