A mediados de 1875, como resultado de las tiránicas actuaciones del presidente García Moreno, quien basándose en “su” constitución de 1869, llamada también Carta Negra, hacía y deshacía del país conforme a su absoluta voluntad o capricho, un grupo de intelectuales y militares que habían sufrido persecución por parte del mandatario empezaron a reunirse para buscar la forma de poner fin a esa terrible situación.
García Moreno había fusilado, ultrajado, asesinado y desterrado a la mayoría de sus opositores. Nadie podía oponerse a su voluntad absoluta sin sufrir las terribles consecuencias de su ira vengadora. “Era el dueño… El amo del país”.
Por otro lado, los instigadores y fulminantes escritos de Juan Montalvo, como aquel que decía: “Desgraciado el pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los estudiantes no hacen temblar al mundo” fueron despertando en la juventud ecuatoriana un sentimiento de odio y revanchismo en contra del ilustre mandatario.
Un soleado día cuyo calendario marcaba 6 de agosto, García Moreno salió de la catedral y se dirigió al Palacio de Gobierno sin percatarse de que era seguido muy de cerca por Andrade, Moncayo y Cornejo; mientras de frente, hacia él, avanzaba Rayo, quien al cruzarse lo saludó cínicamente. El presidente no sospechaba lo que estaba ocurriendo, hasta que de pronto escuchó a su espalda la voz de Rayo que le gritó: “…tirano”. El mandatario giró para enfrentar a su enemigo cuando recibió el primer machetazo en la frente; inmediatamente Andrade y Moncayo inmovilizaron con sus armas al edecán Pallares, mientras el verdugo continuaba descargando sobre su cuerpo y cabeza el machete asesino.
“Al fin llegó tu día bandido… Tirano de la libertad… Muere… Muere jesuita con casaca…” gritaban los asesinos, mientras el presidente, con el rostro ensangrentado, retrocedía tratando de ganar una de las entradas laterales del Palacio, al tiempo que balbuceaba entrecortadamente: “Dios no muere”. Entonces Andrade soltó al edecán y se adelantó a García Moreno esperándolo con su revólver junto a la puerta; “Libertad…” grita, mientras dispara su arma hiriéndolo en la frente. García Moreno sobrevivió a sus heridas durante más de una hora y cuarto, hasta que finalmente murió a las 13h30 de la tarde de ese sangriento 6 de agosto de 1875.