PRIMER AUTORETRATO

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Te voy a contar una historia, la historia de ella, siendo sincera no esperes mucho, esto puede tornarse algo melodramático.

Sabes, la conocí hace un par de años, a la par, ella sujetaba la pena con los dientes y me hablaba de algo que hasta hoy puedo entender, por ocasiones decía que se veía como una niña asustada, aterrada de como sus ojos conservaban un brillo triste como una alerta de ser una persona fácil de romper.

Su autometáfora me parecía insulsa e infértil , hasta hoy, en que absorbo sus ojos, y en realidad son evidentes sus ojos tristes,  entiendo porque algunos buscan su mirada y ella evasiva se “hace la loca”, como si de alguna forma no nos permitiera sentir las lagunas que la abordan.

Nos hemos sentado en el filo de la cama, como tantas veces, me ha mostrado las nuevas canas platinadas que le siembra el tiempo, entre los mimos disimulados, ha puesto su cabeza en mi hombro, y surge una confesión “estoy rota”, “rota por completo”, yo tomo su mano pequeñita y le jugueteo los dedos, para iniciarnos en la confianza del porqué.

Empieza la cantaleta , esto ya lo escuché antes, para ser exacta hace 5 años sin quitarle mérito, pero en un ataque de paciencia me decido a escuchar su discurso entrecortado por el llanto- perdón olvidé contarte, ella llora feo, hasta resulta gracioso verla, es como bien dice “se rie llorando”- quisiera de alguna forma amortiguar su pena, solo consigo prender un tabaco, con el único fin de que con el humo se vaya eso que le pone mal a la niña.

Hace un paréntesis a su propia rutina de dolores para burlarse de su historia, me cuenta que ha hecho un par de pendejadas , que en pocos días ha amanecido en ciudades diferentes y no precisamente con las mismas sábanas, después de su propio análisis , continua confinando para mi una historia que en ocasiones me suena parecida, pero yo no hablo, yo nunca pude decirle todo a una extraña conocida, así como lo hace ella.

Seguimos enmarcadas por la sombra de la noche, y ella continua gritando que nunca ha querido tanto, que nunca le han arrancado a mordiscos el alma , así como el logra hacerlo; yo entro en odios, no me explico como alguien puede herir a contra luz  y sin medidas. Arremeto y de mi boca se proyectan resentimientos, es más le muestro las razones de porque su libertad no debió perder ni un solo rasgo de color.

Ella me para, y con el gesto cansado retrocede mi corte de juzgamiento, me ha pedido de acompañe un dolor que también es mío, y de golpe me traslada al recuerdo de mi pecho siendo uno con el de ella, es simple, aquí se comulgan nuestros propios males, nuestro primer amor, la distancia y todo lo que el nos quitó, no podemos dejar de aceptar, nos quitó mucho al punto de que casi con seguridad muchos de nuestros brillos nadie más los volverá a ver.

 Yo que casi no lloro, sin pensarlo me he vuelto un mar con ella, abrazadas y en busca de sanar nuestras infantiles heridas, nos miramos y me promete no volver a irse, sabe que me ha hecho falta, y tiene razón, desde nuestra separación, mi alma no le da tregua a nada, y si de confesiones se trata, debo admitir que mi garganta ha oprimido en un nudo muchas de las penumbras que en honor a el debieron salir.

Me repite optimista, esta es la primera versión de nuestro autoretrato, nos queda aún un viaje largo, y bien sabemos que nos encanta vivir nostálgicas, alimenta nuestra creatividad de formularnos descensos a montañas, vuelve a prometer que será diferente y que está conversación ya no solo será la mía contando su historia. Sin pensarlo esta manipuladora ha cambiado mi discurso y justamente ella quien en este momento me consuela.

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