APORTES PARA LA REFLEXIÓN N° 4 (1)
Franklin Tapia Defaz (2)

Muchos coinciden en foros nacionales e internacionales o en la conversación de barrio y de familia, que los pueblos crecen y se desarrollan cuando existe salud, educación y trabajo. Esta aseveración refleja de cuerpo entero las incertidumbres que existen, en la actualidad en nuestro país. Estos tres pilares sobre los que se sustenta el progreso de la sociedad, son los más afectados y están a punto de colapsar.

Nos referimos a la salud. La Pandemia COVID 19, ha pintado de cuerpo entero el grado de vulnerabilidad del sistema público de atención médica debido a la confluencia de tantos factores: corrupción en los hospitales, un Seguro Social que se cae a pedazos, falta de centros de salud con equipamiento y medicamentos, poca valoración a los profesionales. En definitiva, gestiones gubernamentales sin liderazgo, sin planificación, sin políticas que prioricen la salud y la vida de los ecuatorianos. A esta realidad se suma la mentalidad de muchos funcionarios entontecidos por el dinero que no dudan en pisotear los valores éticos y abusar del poder en una mal concebida democracia.

En el sector educación está reflejada la mayor inequidad. Mientras subsisten escuelas y colegios sin electricidad, sin agua potable y funcionando en locales deprimentes, algo que resulta inaudito en pleno siglo XXI, la pregunta es ¿si se podrá hacer una educación en línea pertinente y de calidad para todas y todos cuando lo mínimo que exige una modalidad virtual es el acceso a la tecnología con internet de banda ancha? Esto sin considerar la falta de capacitación de docentes para trabajar en entornos virtuales de aprendizaje, un modelo educativo inflexible y sin conexión con la realidad socio cultural y económica, una administración educativa descontextualizada, falta de estímulos al magisterio nacional, entre otros factores.

El acceso a fuentes de trabajo es una cuenta pendiente del Estado. La desgracia viene acompañada –decían nuestros viejos– a todos los problemas que se viven hoy, se añade la falta de fuentes de trabajo, la desocupación de miles de ecuatorianos, el despido de más de 180.000 personas hasta el 15 de junio, miles desenrolados en el sector público, en las industrias, comercio, construcción y servicios. Una consecuencia lógica, que ya se está viendo, es la gran afectación al IESS (entidad al borde del colapso) que tendrá un número igual de desafiliaciones. A esto se complementa la venta y cierre de empresas y una caída libre en la productividad.

Qué hacer, es la interrogante que nos queda. Seguramente todos tenemos respuestas, desde exigir un liderazgo a nivel gubernamental en donde prevalezca la dignidad en la política; el combate sin piedad a la corrupción; la implementación de políticas claras y estratégicas en todos los ámbitos del convivir socio productivo; la incorporación en funciones claves del gobierno a personas lúcidas y trasparentes que con patriotismo y honestidad manejen los dineros del Estado, orienten y tomen decisiones inmediatas, para generar acciones y políticas con equidad. Es urgente la rehabilitación de una estructura enferma y con metástasis en muchos niveles del Estado.

Garantizar la salud, educación y una vida digna para todas las personas debe ser la máxima prioridad de la sociedad.


1 Contribución de la Coalición por el Derecho a la Educación, Ecuador, una iniciativa de investigadores en educación y ciencias sociales que aporta conocimiento relevante para garantizar el derecho humano a la educación. https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=113979823628304&id=100050488611272&ref=bookmarks
2 Rector de la Universidad Tecnológica Indoamérica. Psicólogo. Magister en Docencia universitaria. Profesor en posgrados de varias universidades. Miembro del Grupo Promotor de la Coalición por el derecho a la educación, Ecuador.

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