Solo un deseo

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Las botas de la muchacha se hundían en la suave capa de nieve y su largo vestido café arrastraba la misma consigo, sus hermanos estaban delante de ella con hacha en mano y listos para talar un árbol y decorarlo para la navidad. Adira no estaba contenta con el hecho de celebrar esta fiesta que hace un año le había robado a sus padres, tras un terrible asesinato en la que los demás llamaban noche buena.

Sus hermanos, Daniel y James no paraban de decir que sus padres amarían ver a sus hijos celebrar su festividad favorita pero la joven creía que era tan solo por que Daniel no quería perderse su propio cumpleaños, vaya muchacho egocéntrico.

Sin embargo, eso a Adira no le importaba, no tenía por qué celebrar y aun así había ido el día anterior a la calle del comercio en busca de las velitas y los alambres para decorar el patético árbol.

Pero ese día sería diferente para ella y así lo supo como cuando por arte de magia un ser se apareció por el rabillo de su ojo, en seguida le llamó la atención y trató de no perder de vista la pequeña criatura brillante, que la había hipnotizado e hizo que olvidara el peligro o que había tirado a un lado la posibilidad que la morena se estuviese volviendo loca, que como magia deshizo la palabra imposible. Empezó a seguirla sin que sus hermanos se dieran cuenta de que ella empezaba alejarse. Alejarse…

Esa hermosa palabra que sonaba como música en los oídos de la muchacha victoriana, alejarse de su vida aburrida y llena de dolor, alejarse de sus hermanos que no hacían más que regañarla y siempre estar detrás de ella, tan egocéntricos, en especial Daniel , alejarse de la muerte de sus padres. Alejarse de la sangre, de la presión, de la enfermedad que azotaba las calles de la Inglaterra Victoriana.

Siguió a la luz que parecía haber venido a por ella ya que mientras la muchacha se retrasaba por tener que manejar su chalina y vestido gigante, la pequeña vela se detenía en espera de Adira.

Después de la caminata más larga de su vida, la joven mujer no sintió fatiga y su frío había desaparecido como su fe en la muerta navidad. Vio que la pequeña luz se paraba en un pozo de piedra y se estiraba tomando la forma de una mujer de cabello despeinado largo y dorado, llevaba un vestido verde y una capa de color rojo.

-Adira Adira… debes estar de risas -canturreó la mujer con una voz tintineante- te he elegido para el deseo de navidad. Muy poco tienen esa dicha y algunos la desperdician.

La morena se quedó sin palabras y solo siguió escuchando a la mujer.

– He visto tu tristeza, aunque no sé por que si posees tanta belleza, tal vez está en tu corazón roto que a causa de esta fecha ha caído a trozos.

Esta vez la muchacha no se quedaría callada.

– ¿Qué deseo? ¿De que habla?

-Aquí, Aquí está tu deseo, el muérdago que no solo sirve para dar un beso -la mujer saco de su bolso esta planta ahora con un singular dorado- Debes morderlo, morderlo y en seguida se cumplirá tu deseo.

– ¿De verdad? -la chica sonrió con alegría al saber que tendría tanto poder- Eso es asombroso.

Adira se llevó la planta a la boca pero la mujer la interrumpió.

– Escuchar ahora debes… la magia no es como crees, esta siempre tiene un precio y aunque a veces este es muy necio… deberás pagarlo sin demora, siempre al día y a la hora.

La muchacha hizo un gesto de desdén y simplemente se metió la fruta a la boca y cerrando los ojos deseó 《Que la navidad nunca haya existido》 En seguida ella se vio envuelta en una bruma verde y roja, corrió hacia el bosque y encontró tan solo a uno de sus hermanos. James el menor con diez años que la esperaba sentado en un tronco de un árbol caído. Le preguntó porqué había demorado tanto, ella no dio explicaciones y preguntó por su otro hermano Daniel, el insoportable Daniel, el hijo perfecto ¿Cómo había dejado a su hermanito solo en el frio?

– ¿Daniel? -preguntó el pequeño confundido- ¿Qué Daniel?

– Nuestro hermano James ¿En donde está Daniel?

Entonces como un balde de agua fría la muchacha se dio cuenta de lo que había deseado.
《Que no existiera navidad》 por lo tanto su hermano mayor nunca habría nacido. Prácticamente había matado a su hermano.

– Debemos movernos Adira -dijo el pequeño Jim- Ellos nos atraparán y luego nos van a separar… no quiero regresar ahí Adira Por favor…

Entonces el pequeño desconcertado le explicó todo a su hermana, estaba escapando del los de orfanato, al no tener a Daniel el mayor y Adira aun siendo menor de edad… debería estar en un hogar provisional. Ambos empezaron a correr y a esconderse, robaban cosas en la calle del comercio para poder alimentarse, se quedaban en su casa hecha pedazos y por la noche Adira extrañaba las órdenes de Daniel.

Sus días se hicieron un infierno y su conciencia no la dejaba en paz eso era lo peor, escuchaba la risa de su hermano y solo quería verlo de nuevo, vivo y siendo feliz como solía serlo. La muchacha llegó al punto de no poder dormir por días y no había probado bocado, hasta que no pudo más y se hecho a correr por el bosque. Regresó al pozo y abriendo una herida en su mano y dejando caer un poco de sangre en él, invocó a la mujer.

Llorando le pidió que regresara a la navidad que le daría lo que pidiera.
Aquel espíritu de Navidad comprendió que el dolor había hecho a la chica equivocarse y le dio otra oportunidad.

-Puedes cambiar tu deseo, pero como te dije antes tiene un precio. Tu hermano puede regresar, pero tú deberás dejarlos. No te recordarán, sin embargo, te permitiré estar con ellos siendo una flor que nunca se marchita en su jardín. Y sólo cuando llegue la persona indicada podrás regresar, pero esa es otra historia…

Adira aceptó sin dudarlo y se convirtió en una hermosa flor de Navidad en el jardín de sus hermanos, pudo sentir la felicidad de ambos al pasar su vida, aunque no la recordaran para ella era suficiente premio verlos a ambos vivos y felices.

Y tal vez algún día llegara ese alguien correcto y la liberara del hechizo, por ahora ella mantendría la fe y el consuelo en su alma por haber enmendado el error y con la certeza de que el dolor puede transformarse en rabia si no se toma con sabiduría, ahora lo sabe y espera pacientemente que su deuda sea por fin saldada…

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