Soy Clara, pero no clara. Entre luces y sombras, escribo, para aclararme —y ensombrecerme también—, recogiendo las palabras que logro ver cuando les salpica algo de luz.
Lo primero que veo son mis manos. Son libres y no sé bien qué hacer con
ellas. Me refriego los ojos somnolientos y me resbalo por el filo de la cama,
sosteniéndome de las cobijas hasta que mis pies tocan el piso. En el pasillo,
mi mamá corretea a medio...