El 4 de noviembre de 1970, Salvador Allende asumió la presidencia de la República de Chile, luego que el Congreso en Pleno lo ratificara el 24 de octubre de ese mismo año. Un día como hoy, hace 50 años fue investido con la banda presidencial, cuando el reloj marcaba las 11 de la mañana.
Al día siguiente, ovacionado por una multitud en el Estadio Nacional, celebró la asunción al poder por parte del pueblo. Salvador Allende fue quien profundizó el proceso de reforma agraria iniciado por el gobierno de Eduardo Frei Montalva, utilizando los instrumentos legales para expropiar todos los latifundios y traspasarlos a la administración estatal, cooperativas agrícolas y/o asentamientos campesinos.
Entre 1971 y 1973 se expropiaron 4 mil 400 predios agrícolas, cuatro veces más que el gobierno anterior, otorgando poder a más de 200 mil campesinos. El viejo orden latifundista que había prevalecido por más de 400 años había llegado a su fin.
La Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) llevó a cabo la estatización, que contemplaba la adquisición de las acciones y la intervención de bancos e instituciones financieras, bajo la tutela del Banco Central, de la propia Corfo y de la Dirección de Presupuesto, organismos que destinaron su atención a los programas del área social.
El Banco del Estado trabajó en los créditos agropecuarios. El gobierno de Salvador Allende para finales del año 1971, controlaba el 95 por ciento de las colocaciones y de los depósitos bancarios.
Resultados positivos en su Gobierno:
- El producto bruto aumentó en 8,6 por ciento.
- La inflación se redujo de 34,9 por ciento en 1970 a 22,1 por ciento.
- La reforma agraria había expropiado alrededor de 10 millones de hectáreas, lo cual se traduce a casi la mitad de toda la tierra agrícola del país.
Las reformas provocaron una oposición, que se desarrollaba tanto al interior del país como en el ámbito internacional, -en particular Estados Unidos-, que utilizó todos los recursos disponibles para poner fin el gobierno allendista.
El imperio norteamericano promovió y financió a la oposición chilena que, a su vez, impulsaba acciones de desestabilización como paros de transporte y huelgas generales.
En el informe «Actividades de la CIA en Chile», se puede leer: «La CIA también suministró ayuda a grupos militantes de extrema derecha para debilitar al Presidente y generar una atmósfera de tensión».
Un agudo clima de polarización en el país suramericano y los desequilibrios económicos presentes fueron la excusa para que las fuerzas armadas chilenas, bajo el comando de Augusto Pinochet, se alzaran en un violento golpe de Estado, tres años después de iniciar la administración de Allende.
El mandatario se mantuvo en su cargo hasta el 11 de septiembre de 1973, día en que murió defendiendo «el mandato del pueblo», como dijera en sus últimas e históricas palabras transmitidas por radio, mientras se hallaba repeliendo el golpe de Estado en el Palacio de La Moneda.
El fin violento fin a su Gobierno significó la instauración de una de las dictaduras más crueles de América Latina, que duró más de 16 años.