El 16 de septiembre de 1987, se firma uno de los primero acuerdos internacionales de carácter ambiental más importantes, el Protocolo de Montreal, que tiene por objeto poner en común a las naciones del mundo para adoptar medidas para conservar la capa de ozono. Es por ello, que a partir de 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclama el día 16 de septiembre como el Día Internacional para la Preservación de la Capa de Ozono.

La «capa de ozono», es una capa frágil de gas, que protege a la Tierra de la parte nociva de los rayos solares, y por consiguiente, ayuda a preservar la vida en el planeta. Diversos estudios científicos han demostrado que hay aumentos en los casos de melanomas de piel, cataratas, afecciones a los sistemas inmunitarios en humanos y otras especies, entre otras, acusados por el adelgazamiento de la capa de ozono y el aumento de la radiación ultravioleta.

El Protocolo de Montreal hizo una reacción de la comunidad internacional rápida y la mayoría de los países del mundo se comprometieron a acabar con la producción de CFC y otros gases agresivos con el ozono. Los países industrializados primero y el resto después han conseguido reducir en un 80% esta producción entre 1988 y 1996. Los efectos beneficiosos no serán inmediatos, pero sí se tiene idea de lo que se evitará: 19 millones de casos de cáncer de piel, 150 millones de casos de cataratas y 70 billones de las antiguas pesetas en pérdidas en la pesca y la agricultura de aquí al año 2060. Y, a más largo plazo, la posible desaparición de la vida en el planeta.

Por eso es importante que la sociedad adquiera un consumo responsable, se reduzca nuestra huella ecológica, se recicle y se exija compromisos a las autoridades. Al fin y al cabo, está en juego el futuro de las próximas generaciones.

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